Las razones del corazón

CONVERSA AMB ARTURO RIPSTEIN
Per huitena vegada en la seua carrera, el director mexicà (també amb nacionalitat espanyola) presenta llargmetratge en el certamen donostiarra. I ho fa amb la consciència de familiaritat que produeixen les dues Conchas de Oro -Principio y fin (2000) y La perdición de los hombres (2000)- y el Premio Especial del Jurado -El lugar sin límites (1977)- amb què el festival ha reconegut la seua important trajectòria al llarg dels anys. “San Sebastián fue mi baño austral como cineasta y es muy importante para mí. Para los cineastas invisibles como yo, es sin duda una gran plataforma de lanzamiento. Si bien la gran dificultad es permanecer. Ahora abundan las carreras de opera prima, gente que hace una película y ya está. La gran diferencia de lo que pasaba con los directores de mi generación y los de ahora es la abolición del tiempo. Ahora las cosas se hacen instantáneamente”.
Aplicant un barem cinematogràfic, la seua última pel·lícula també s’ha resolt amb una certa instantaneïtat. Ha rodat Las razones del corazón en a penes 24 dies, en una sola localització (un edifici cèntric de Mèxic DF), amb un repartiment de pocs actors i un equip tècnic molt reduït. Coproduïda pel mexicà Roberto Fiesco i la companyia espanyola Wanda, el pressupost no ha creuat el llindar del milió d’euros. “Es de alguna forma responsabilidad de nosotros, los cineastas al otro lado del mar y debajo de Río Bravo, hacer películas pequeñitas. Los problemas monumentales que tenemos para producir, distribuir y exhibir nuestros trabajos ya los convierten en una gran derrota. Por lo menos si el filme es pequeño y no demasiado oneroso, la derrota será menos cruenta”.
L’escrutini de la seua obra ens alerta d’allò que uns minuts de conversa ens confirma: Ripstein és un cineasta descontent i un home sindicat amb el pessimisme. “Vivimos en un mundo terrible -asegura-. Ya no hay que esforzarse tanto por ver el lado oscuro de las cosas”. En cinquanta anys de dedicació a l’ofici (quasi una trentena de pel·lícules) s’ha entestat a fotografiar el món com si fóra “un guinyol tenebrós”, poblat d'éssers marginals, espais sòrdids i passions destructives. En eixa zona triangular es resolen els seus regnes de ficció, als quals ha tornat amb una adaptació no explícita i lliure de Madame Bovary. “En verdad es una película sobre todas las mujeres que han estado al borde del abismo, desde Helena de Troya a Emma Bovary. Mi vocación de sordidez es clara desde hace años y un adulterio siempre es de algún modo nocturno, siniestro, oculto, complejo, peligroso...”.
-¿Qué le atrajo de la figura literaria de Emma Bovary?
-Es uno de los personajes más intolerables de la literatura. Al releer la novela, me di cuenta de que Emma es en verdad un personaje antipático y despreciable. Paz Alicia Garciadiego [la seua guionista i esposa] le dio un giro de 180 grados para convertirla en Emilia, una mujer de la cual la cámara pudiera enamorarse. El personaje literario me cae mal, pero su forma de perseguir el amor hasta sus últimas consecuencias me despierta ternura. Creo que fue su pacto morboso con la muerte lo que me hipnotizó. Esta mujer de tan pocas luces alcanza frente a la muerte una extraña lucidez y una amarga sabiduría.
La seua inspiració literària determina el film com la crònica d’un suïcidi anunciat. La càmera sempre en moviment de Ripstein, que ha convertit el pla-seqüència en un senyal estilístic del seu cine, segueix de prop la descomposició emocional i el procés de demència d’Emilia, una mestressa de casa que els dos últims dies de la seua vida es tanca al seu apartament. Asfixiada pels deutes i abandonada pel seu amant, claudica de les responsabilitats domèstiques i familiars davant la indefensió del seu marit, la ràbia de la seua filla, la incomprensió de sa mare, la frivolitat d’una amiga, l’estupefacció de la portera i el desvergonyiment d’un veí. Cine d’interiors, d’un enclaustrament rigorós, les imatges del qual es resolen en tan sols tres espais. “Antes que claustrofobia, yo hablaría de claustrofilia -sostiene Ripstein-. Era perfecto para la historia que los personajes y la cámara no salieran jamás del edificio”.
Nombroses biografies asseguren que Ripstein va ser assistent de direcció de Luis Buñuel, la pel·lícula del qual Nazarín li va obrir els ulls al cine, si bé el director nega la major. “Eso es una leyenda. Los verdaderos asistentes que tuvo Buñuel fueron Pierre Lary en Francia y su hijo Juan Luis. Pero no voy a negar que tuvimos una estrecha relación cuando yo era un adolescente. Fue muy generoso conmigo y aprendí mucho de él”. L’atmosfera opressiva de Las razones del corazón es tiny de derrota passional, d’una sensualitat i exacerbació melodramàtiques que remeten tant a El ángel exterminador com a Repulsión, tant a Un tranvía llamado deseo com a Two Lovers, d'una forma que tracta de congraciar els rigors del classicisme amb poètiques del cine modern. “El melodrama es un género muy dúctil y permite exagerar, pero siempre con un propósito emocional claro”, afegeix.
-¿El rigor de la puesta en escena ha dificultado el rodaje?
-No ha sido una película especialmente difícil de hacer. He estado mucho más relajado que de costumbre en el set. En una ocasión dijo Picasso que pintar era facilísimo o imposible, y la verdad es que hacer la película en estos términos ha sido muy fácil. El desafío era hacer una película rigurosa y clara. El verdadero sentido del arte, si es que puedo aspirar a él, es que las cosas fluyan. Yo he intentado encontrar la fluidez maniobrando en espacios cerrados.
Estimada i compadida per diverses generacions des que Gustave Flaubert la donara a conéixer per capítols en la Revue de Paris en 1865, la figura d’Emma Bovary se'ns mostra tan rica com contradictòria. La seua vida i la seua actitud volen ser avantguarda i epítom de l’alliberament de la dona i la conquista del plaer femení, però alhora la seua esclavitud a les passions no li permet trencar la seua dependència i la seua submissió davant l’home. Aquesta impossible convivència és la que expressa Las razones del corazón amb admirable subtilesa, manifesta en la gran interpretació d’Arcelia Ramírez i en un guió que fa brillar les paradoxes de l’amor.
“Yo creo que el amor es una emoción muy peligrosa. En su primera fase es enormemente antisocial, nada existe salvo yo y el objeto de mis amores. Es una emoción muy extraña. Muy rápidamente el amor se domestica y se vuelve otras cosas. A mí me gustaba esta pasión desenfrenada, delirante de Emilia, que represento de un modo muy esquivo, hasta el punto de que cabe preguntarse si es un amor que existe de verdad. Trato de rocoger todas sus contradicciones, y los personajes se transforman unos en otros, trascienden su condición de arquetipos”.
-¿Por qué opta por filmar en blanco y negro, como ya hizo en La perdición de los hombres?
-Es una fotografía veraz, porque la vida es para mí en blanco y negro. Yo hubiera hecho todas las películas así, con esa iluminación tan contrastada, pero por razones comerciales no he podido. Para mí la ausencia del color siempre ha sido fundamental para la comprensión de las cosas.
-No es la primera vez que rueda con vídeo digital. ¿Qué le ha aportado?
-Una serie de cosas. En primer lugar, ha marcado la diferencia entre hacer películas y no hacerlas, debido al bajo coste. Con el digital siempre he tenido la impresión de que no estaba haciendo mi última película. Estás ahí, con una cámara pequeña, rodando con cierta facilidad y un equipo reducido, y piensas que tendrás la posibilidad de engañarlos otra vez y poder hacer otra. Entonces ya sabes que no es tu testamento y que no tienes que meter ahí todo lo que está en tus ojos, en tus tripas, en tu corazón... Es otra película más. Y eso es una liberación. Además, es muy útil para rodar los largos planos-secuencia que me gustan. La mayor parte de mi carrera he filmado con cámaras para las que necesitaba la ayuda de cuatro personas. El digital me permite tener una cámara con alas.
Pels anys noranta, amb títols com Profundo Carmesí (1996), el prestigi de Ripstein entre la cinefília mundial va tocar sostre. Amb el segle naixent dos fenòmens cinematogràfics van reorientar l’atenció internacional que se li dispensava. D’una banda, l’operació mediàtica de l'anomenat Nou Cinema Mexicà -González Iñárritu, Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón...-, que Ripstein s’encarrega de posar al seu lloc: “Son creadores de un indiscutible talento, pero evidentemente no hacen cine mexicano”. Per l’altre, la puixança d’una poètica del buit formulada per Carlos Reygadas, capaç d’enlluernar els paladars i festivals més exigents, que van allunyar la seua atenció del que Ripstein havia d’oferir. “Mi carrera se ha definido en base a la contumacia y la buena suerte. Se ha visto mucho más favorecida fuera de mi casa que en ella. Es una boutade, claro, pero puedo decir, como Pedro Almodóvar, que en mi caso nadie es profeta en su tierra”.
-¿Cree que esta película le colocará de nuevo en el ojo de la crítica internacional?
-Ojalá. Yo estoy muy contento con ella.
-¿Y es ese un sentimiento infrecuente cuando termina una película?
-Absolutamente infrecuente. Casi nunca puedo decirlo tan alto. Pero como el cine produce amnesia, tengo esa ventaja, que la siguiente película siempre ayuda a olvidar la anterior. Casi nunca me quedo satisfecho. Pero esta vez, sí. Tiene todo lo que ansiaba. Probablemente he hecho mi mejor película.
Probablement.
Carlos Reviriego (EL CULTURAL, 23/09/2011)
LA FITXA
Mèxic-Espanya, 2011. 119 minuts
Director: Arturo Ripstein. Guió: Paz Alicia Garciadiego. Fotografia: Alejandro Cantú. Música: David Mansfield. Productors: Roberto Fiesco i José María Morales.
Intèrprets: Arcelia Ramírez (Emilia), Vladimir Cruz (Nicolás), Plutarco Haza (Javier), Patricia Reyes Spíndola (doña Ruti), Pilar Padilla (Jaquie), Alejandro Suárez (Jasper), Paola Arroyo (Isabel).

PRÒXIMA PEL·LÍCULA (15 D'ABRIL)
LAS MANOS EN EL AIRE / França, 2010
Romain Goupil
El 22 de març de 2067, Milana, una dona d’origen txetxé, recorda fets ocorreguts 60 anys abans. En 2009, A ParÍs, quan era alumna de cinqué curs de secundària, tenia una colla d’amics: Blaise, Alice, Claudio, Alí i Yousseff. Un dia, Yousseff, els pares del qual eren immigrants il·legals, va ser deportat; des de llavors, Milana va viure amb el temor de ser la pròxima de la llista. Els seus amics van jurar llavors que romandrien sempre units i farien tot el possible per a salvar-la del desterrament.


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