Infancia clandestina

12 Maig


ENTREVISTA A BENJAMÍN ÁVILA
1. ¿Cuándo supiste que harías una película de ficción sobre un niño hijo de padres montoneros?
- Lo supe desde siempre porque está basada en mi propia infancia. A los trece años decidí que me iba a dedicar al cine y siempre me preparé para hacer esta película. Trabajé mucho en televisión para chicos y con chicos y vino muy bien. A diferencia de otros directores que lo odian, a mí me encanta trabajar con niños.
2. Cuéntanos el proceso de desarrollo de Infancia clandestina y cómo conseguiste los fondos.
- Empecé a bajarla a papel en el 2002, y llevó tiempo ya que la primera versión del guión se terminó en el 2007. A partir de ahí participamos en concursos y buscamos fondos. Fue muy complejo porque todos los productores la veían como otra película más de la dictadura, aunque nosotros decíamos que sería una mirada diferente. Gente que cuando vio la película en Cannes me dijo "si yo hubiera sabido..." Espero que también ayude a otras películas con esta temática, que si tienen una mirada diferente la gente pueda acercarse luego a verlas.
3. ¿Qué pasa por la cabeza de Juan al ver armas en la casa y un código estricto entre los militantes?
- Para mí era absolutamente normal. Es interesante que yo nunca usé armas con mi madre -sabía que no las podía tocar-, pero sí de más grande viviendo en Tucumán, en el campo, donde la gente naturalmente las usa. Es muy loco, creciendo en ese ambiente nunca de pequeño toqué un arma, fuimos una generación que creció con responsabilidad. Pero en el campo, de más grande, íbamos a comer un asado y los adultos disparaban, y después lo hacíamos los más jóvenes, y mi abuelo tenía un rifle para matar comadrejas, era más habitual.
4. ¿Por qué en una época tan violenta la violencia queda fuera de plano o en las ilustraciones?
- La película está contada desde el punto de vista de un chico, y por otro lado el cine ya mostró mucha violencia -en esta temática- y no aportábamos mucho. La violencia psicológica está, pero la violencia física está representada con ilustraciones porque de algún modo colabora con esta construcción del universo de Juan. Claramente en esas escenas estamos dentro de su cabeza y queríamos que el espectador sienta, hacia el final de la película, que es Juan.
5. ¿Cuánto hay en tu película del despertar sexual de un niño casi adolescente y cuánto del retrato de la época del proceso, y qué comenzó primero en tu cabeza?
- El relato de la época es lo que yo viví, lo tengo incorporado naturalmente. La historia de amor nunca existió, aunque me hubiera gustado vivirla. Lo primero fue poder contar esta historia, desde el punto de vista de un chico, de este momento histórico. El tema del amor surgió años después para tener un contrapeso. Yo necesitaba que el mundo de afuera tuviera el mismo peso para Juan que el de adentro, para poder llegar a esa disyuntiva de tener que elegir quién quería ser. Además el amor hace que él tenga algo muy personal por lo que creer y no que le venga heredado por los padres.
6. ¿Cómo hiciste para trazar el límite entre realidad y ficción?
- Coescribiéndo con un amigo brasilero (Marcelo Müller) que no es argentino ni tiene el peso histórico de la dictadura, pero que conoce mucho. Él me ayudaba a delinear la historia cinematográfica en vez de que fuera una representación de mi propia vida. Cuando yo tiraba hacia ese lado, él me decía "eso no funciona". Entonces yo tuve que profundizar eso que sí quedaba, lo que yo tanto conocía. Fue una buena combinación, limpiando lo que no servía y profundizando lo que sí.
7. ¿Por qué en la Argentina hay gente que prefiere cerrar el capítulo de los desaparecidos y la dictadura?
- Creo que sucede en todos los países, porque es una construcción política. Esa idea de "miremos para adelante porque sólo importa lo que viene", como si no tuviésemos una historia que nos soporte, es una construcción política que sirve para la manipulación social. Es la comunicación de la derecha en el mundo, porque mirar hacia el pasado significa ver sus propios errores y el daño que causaron, la cantidad de gente que se mató, la que quedó fuera del sistema, la que se empobreció, los negocios que hicieron. También hay una construcción social en la que lo de afuera es mejor -aunque por suerte eso está mejorando-. Ver otra película de la dictadura, ¿para qué? Pero ver otra de la guerra de Vietnam sí. Tiene que ver con la función del cine, que también es una construcción política, y Estados Unidos lo hace todo el tiempo, si no, mira la historia de Rambo.
8. Argentina vive una situación paradójica: por un lado lucha por derechos humanos e igualdades, por el otro hay gente que tiene miedo de hablar -mira lo que pasó con Ricardo Darín, Fabián Gianiola...
- La polarización que hay en este momento es natural porque el poder establecido desde hace tantos años está en riesgo, a punto de caer. Hay una necesidad general de usar cualquier cosa para criticar. Al igual que con Chávez, que parece que fuera un diablo. Lo interesante que pasa ahora en el país con los medios es que ya no son la verdad: le gente consume según su propia ideología, entonces la deconstrucción de las noticias es mucho más interesante. Nada está ahora despojado del interés, todo tiene una posición. Hay que educar al espectador para que deconstruya el lenguaje audiovisual y forme su decisión... No sé si existe eso ahora de que hay miedo o de que "no podés hablar", es una construcción discursiva. Se tiene el mismo miedo de estar a favor o en contra. Nunca hubo tanta libertad de expresión.
9. ¿Cómo sigue tu carrera?
- Quiero hacer una película sobre la guerra de Secesión entre el norte y el sur de los Estados Unidos, pero en español y con actores argentinos. ¿Qué loco, no? Pero Hollywood lo hace todo el tiempo, cuentan la historia del mundo según su punto de vista.
10. ¿Qué le recomiendas a los futuros directores de cine?
- Dos cosas claras que no hay que hacer: una, ser egocéntrico y la otra, no estar exento de la responsabilidad social. Sos un ser social y lo que hacés construye parte de la historia audiovisual de tu país. 
Pablo Goldbarg ( HYPERLINK "http://peliculas.about.com/od/Entrevistas/a/Entrevista-a-Benjamin-Avila-Infancia-Clandestina.htm"http://peliculas.about.com/od/Entrevistas/a/Entrevista-a-Benjamin-Avila-Infancia-Clandestina.htm

IDENTITATS TRASTORNADES
Les representacions de lluita política en els períodes sagnants, no molt llunyans, de la història argentina, ja són pràcticament un subgènere. Algunes ferides, sens dubte, no han acabat de cicatritzar, romanen obertes en els fills d’aquells militants que es van enfrontar a l’opressió de la dictadura militar dels anys setanta. Benjamín Ávila és un d’ells. El seu debut amb Infancia clandestina reconstrueix el relat semi-autobiogràfic de la clandestinitat i activisme guerriller dels seus pares i col·loca l’espectador en la pell d’un xiquet que dóna el pas a l’adolescència (i als primers amors i rebel·lies) en el terrible moment en què els seus progenitors tornen de l’exili per a incorporar-se a la contraofensiva guerrillera de 1979, identificada amb l’esquerra peronista.
Els relats protagonitzats per un xiquet que forma la seua visió del món en l’atmosfera repressiva d’una dictadura no deixen de ser un lloc comú. Els exemples recents són múltiples, sobretot en la cinematografia iberoamericana: Kamchatka (Marcelo Piñeyro, 2002) a Argentina, Machuca (Andrés Wood, 2004) a Xile, El año que mis padres se fueron de vacaciones (Cao Hamburger, 2011) a Brasil... i a Espanya no falten tampoc mostres reconegudes pel prestigi i l’èxit, des de Secretos del corazón (Montxo Armendáriz, 1997) a Pa negre (Agustí Villaronga, 2010), que amb la seguretat que proporciona tota recreació del pretèrit poden ja fer explícit allò que en el present era a penes suggerit metafòricament, com fera Víctor Erice en l’essencial El espíritu de la colmena (1973). Els joves protagonistes, les vides i les identitats dels quals es veuen inevitablement trastornades per un context determinant, aguaiten el món amb una mirada que sempre se les apanya per a veure tot el que és rellevant... tot el que els cal al guió i  a l'espectador.
La mirada de Juan, el xiquet, que en la clandestinitat a què està obligat adoptarà el nom d’Ernesto -en al·lusió al Che-, camina de la innocència i el desconcert cap a una clara presa de consciència política. Hi ha en l’exploració autobiogràfica de Infancia clandestina un cert caràcter terapèutic. Benjamín Ávila introdueix anecdòtics fragments d’animació, cortesia del dibuixant Andy Riva, que sobtadament trenquen la representació convencional en carn i os del relat. S’intueix una doble intenció en això. En el seu vessant poètic, els inserits animats donen forma a records traumàtics (especialment moments de violència, l’efecte dels quals recorda més Kill Bill que els trastorns amnèsics de Vals con Bashir), mentre que apel·lant al pragmatisme, la decisió d’Ávila de recórrer a l’animació li evita rodar escenes que podrien resultar més complexes mitjançant una narració explícita.
Herois o extremistes, la lluita clandestina d’una família determinada a restaurar la democràcia encara que siga a trets roman sempre al dictat d’un retrat que es vol més humà que polític, més sentimental que historicista. Triada per a representar al cinema d’Argentina en els Oscar, Infancia clandestina juga les seues cartes fent confluir la perícia tècnica amb l’energia dramàtica, vehiculada per un bon elenc d’actors. Sota les vestidures d’un relat d’iniciació en convivència amb el thriller polític, els tràgics anys d’infància de Juan (o Ernesto, o Benjamín) es veuen així presos per una emoció concreta. Potser no mostre res realment nou del període que retrata, però almenys ho fa amb una intensitat, una eficàcia i una sinceritat infreqüents. 
Carlos Reviriego (EL CULTURAL, 21/12/2012)





LA FITXA
Argentina – Espanya – Brasil, 2012. 112 minuts
Director: Benjamín Ávila. Guió: Benjamín Ávila i Marcelo Müller.  Fotografía: Iván Gierasinchuk. Música: Marta Roca Alonso i Pedro Onetto.  Productors: Luis Puenzo, Maximiliano Dubois, Óscar Rodríguez, Carles Porta i Paulo Roberto Schmidt.
Intèrprets: Teo Gutiérrez Moreno (Juan),  Natalia Orerio (Crisitna) i Cèsar Troncoso (Horacio), Ernesto Alterio (oncle Beto), Violeta Palukas (María).

PRÒXIMA PEL·LÍCULA

PROYECTO NIM / EUA, 2011
James Marsh

En la dècada dels 70, el ximpanzé Nim va ser sotmés a un experiment l’objectiu del qual era comprovar quins efectes tindria sobre l’animal el fet de ser criat i alimentat com un ésser humà. Aquest interessant documental reconstrueix aquell experiment parlant-ne amb els protagonistes i mostrant-ne filmacions.







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