10.000 km

12 Octubre

ENTREVISTA CON CARLOS MARQUÉS-MARCET
Con su primera película, 10.000 km., Carlos Marques-Marcet (Barcelona, 1983) conquistó el Festival de Málaga llevándose la Biznaga de Oro a la mejor película, además de los premios para el mejor director, actriz (Natalia Tena), guionista novel y el que concede la crítica. Aluvión de galardones para un filme en el que vemos a una pareja que acaba de ingresar en la treintena tras una larga relación. El drama se desencadena cuando ella, artista, parte a Los Ángeles con una beca. A partir de aquí, Skype mediante, el cineasta plantea la clásica cuestión de la pervivencia del amor en la distancia en una realidad como la actual en la que la tecnología es capaz de acercar más que nunca a las personas pero no permite, claro está, la ubicuidad. Marqués-Marcet habla como una locomotora y derrocha entusiasmo.

Pregunta.- Plantea una historia emocional desde un punto de vista no frío pero sí clínico.
Respuesta.- La idea era hacer un documental sobre la pareja. Analizar las contradicciones de lo que supone ver a una pareja hoy en día. Las películas siempre tienen que plantear una pregunta, la tecnología en abstracto no significa nada porque el asunto es la mediación de la distancia. Me llamaba mucho la atención cómo las propias herramientas del cine se convierten en unas herramientas de uso personal. Ellos hacen cine cuando se comunican y surge la posibilidad de hacer casi meta cine cotidiano. Esto nos lleva a una pregunta mayor: ¿Qué significa el cine? Y es curioso porque en parte hay un retorno al origen: en la época de los Lumière la gente iba al cine a ver cómo era París o lugares desconocidos y hoy Google Maps cumple esa función.
P.- La tecnología permite la fantasía de la cercanía, pero en realidad no es tal.
R.- Antes te marchabas y escribías cartas, había un espacio para imaginar. Lo vemos por ejemplo en una película como I fidanzati (1963) de Ermano Olmi, el novio del norte se va al sur a trabajar y toda la película funciona con cartas pero ella solo existe en su imaginación. Después hay un momento en el que esa idealización se convierte en realidad cuando hablan por teléfono y allí sí te encoge el corazón. Hay una sensación de realidad muy cinematográfica. Aquí exploramos lo que sucede no solo cuando escuchas la voz de alguien sino que tienes la imagen y eso en confrontación con lo que es realmente estar frente a alguien.
P.- ¿Y cuál es la diferencia?
R.- Tiene que ver con la cuestión de lo físico, con algo tan sencillo como poder tocar. La realidad siempre se inventa, siempre construimos, la construcción real y física es más profunda, tiene que ver con un instinto animal, en el momento en que hay una separación de una pantalla se convierte en una cuestión más simbólica. Cuando ves una imagen hay una puesta en escena. En Skype eres tu propio director, decides cómo presentarte. De repente hay un fuera de campo y ¿qué pasa con ese fuera de campo? Por ejemplo, nunca ves los pies de esa persona. Los actores se quejaban de tener que llevar zapatos si nunca se veían. ¡Hay una escena en la que los sacamos solo para que se vieran!
P.- Se plantea una cuestión ancestral, ¿el amor puede sobrevivir a la distancia?
R.- Es fundamental la idea del viaje y la separación. Yo hablaba de Penélope y Ulises pero cambiados los roles, es ella la que se va. El mundo contemporáneo, globalizado, plantea nuevos retos a las parejas y más en la situación económica que estamos que obliga a mucha gente a marcharse o tantos trabajos que obligan a constantes viajes. Surge la cuestión del amor y su verdadero poder, el cine nos ha engañado muchas veces diciendo que el amor lo cura todo pero el amor no basta para mantener a una pareja. Es importante la capacidad de crear un futuro conjunto.
P.- ¿Son los tiempos actuales poco propicios para el amor?
R.- La sociedad está obsesionada con el amor romántico pero después propicia poco que se desarrollen relaciones. Hay un conflicto entre el amor romántico y la realidad que nos toca vivir. Cada vez nos cuesta más tener hijos. Una de las chicas del equipo se quedó embarazada y fue bonito ver cómo avanzaba mientras hacíamos la película pero ves lo difícil que es para una mujer ser madre si quiere trabajar. Se promociona el amor pero luego no es posible: ¿el amor romántico cuánto dura?, ¿dos años?
P.- Las sugeridas infidelidades solo se atisban...
R.- El proyecto vital de la chica es la fotografía, y esa es realmente su fidelidad, que es mucho más grande que la de él. No queríamos que la infidelidad fuera el centro. En el fondo es un síntoma más, no el problema en sí. En el cine a veces es todo demasiado fácil y cuando hay cuernos, parece que ya está, que ese es el problema. La infidelidad es algo que sucede todo el tiempo y lo peor son las consecuencias, las dudas, la inseguridad que crea. Se trata de hablar de algo más grande.
P.- Ese larguísimo plano secuencia del principio es todo un salto mortal.
R.- Me preocupaba mucho. Me pone muy nervioso cuando veo películas en las que el director parece que se está luciendo con planos espectaculares. Lo que yo quería era crear la sensación de estar con ellos, generar esa sensación de proximidad, ver ese tiempo, ese espacio. Me pregunté muchas veces si me estaba pasando. Lo que me gusta es que mucha gente no se entera de que es un plano secuencia. Se pone de manifiesto esa presencia física sin la mediación del plano contra plano.
P.- Surgen ecos de Bergman y su Historia de un matrimonio
R.- La estudié de arriba a abajo. Siempre que haces una película de una pareja surge eso. No puedes evitarlo. De todos modos, para mí la principal influencia es el cine italiano, es el que más me gusta. Muchas veces los españoles nos fijamos en las culturas del norte o de Francia cuando tenemos muchas más cosas en común con los italianos. El cine americano en realidad bebe del neorrealismo. El director de referencia fue Ermano Olmi .
Juan Sardá (EL CULTURAL, 16/05/2014)


LA DISTANCIA SIN OLVIDO
Primer largometraje de Carlos Marqués-Marcet, 10.000 km se abre con una demostración de fuerza (formal) que conjura toda sospecha de chulería y exhibicionismo para ponerse al servicio del ambicioso plan general del discurso: un dilatado y virtuoso plano secuencia que presenta a los dos personajes de esta historia de amor doliente y desamor en la distancia en toda su cruda y conmovedora intimidad. Una coreografía doméstica de la cercanía física y la continuidad emocional que resonará sobre todo lo que viene después: la desintegración de esa unidad en dos insularidades separadas por la distancia que traza el título. 
Una oportunidad profesional se cruza en el camino de una joven pareja que se está planteando el acto decisivo de ingreso en la madurez y la responsabilidad que supone traer hijos al mundo. Ella (Natalia Tena) tomará la decisión de instalarse una temporada en Los Ángeles, mientras que él (David Verdaguer) asumirá la condición de guardián doméstico de ese proyecto en común en suspenso, dejándose dominar progresivamente por los demonios de la soledad, las cuentas sentimentales pendientes y los reproches. 10.000 km tiene, pues, uno de sus más llamativos elementos diferenciales en ese intento de ahondar en la vulnerabilidad sentimental masculina: él es aquí el flanco débil, la encarnación de la fragilidad sin que ella tenga que asumir ni el más mínimo rasgo de mujer fatal en su decisión pragmática, pero, en el fondo, perfectamente razonable.
Proyecto de cámara que hace de sus limitaciones un código expresivo completamente riguroso, 10.000 km tiene, en opinión de este crítico que no tienen por qué compartir espectadores más afines a los códigos generacionales que maneja la propuesta de Marqués-Marcet, su particular talón de Aquiles en el corsé expresivo que centra el grueso de su metraje. Es cierto que la película aprovecha las posibilidades de la comunicación por Skype para las fracturas de diálogo y el desencuentro comunicativo, pero la rápida absorción de esas nuevas gramáticas de la comunicación en tantas películas recientes empieza a tantear el cliché. Tampoco simpatizó demasiado este crítico con una pareja protagonista un tanto antipática. El desenlace (brillante, sutil, complicado en su aparente sencillez) cierra, no obstante, el discurso en alto.
Jordi Costa (EL PAÍS 16/05/2014)

LA FITXA
Espanya, 2014. 98 minuts
Director: Carlos Marqués-Marcet. Guió: Carlos Marqués-Marcet, Clara Roquet. Fotografia: Dagmar Weaver-Madsen.
Intèrprets: Natalia Tena, David Verdaguer.

PRÒXIMA PEL·LÍCULA
NEBRASKA / EUA, 2013
Alexander Payne
A Woody Grant, un ancià amb símptomes de demència, li comuniquen per correu que ha guanyat un premi. Creu que s'ha fet ric i força el seu fill David a emprendre un viatge per a anar a cobrar-lo. A poc a poc, la relació entre tots dos, trencada durant anys per l'alcoholisme de Woody, prendrà un caire diferent per a sorpresa de la mare i del triomfador germà de David. 









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