30 años de oscuridad

16 Març



 NOTAS DEL DIRECTOR MANUEL H. MARTIN

Sobre los protagonistas
Lo primero que se me vino a la cabeza cuando conocí la historia de Manuel Cortés y la de los denominados “topos” fueron las novelas de misterio. A medida que iba obteniendo más datos sobre la vida de estos hombres, que tuvieron que esconderse en sus casas durante gran parte de sus vidas, sus historias se recreaban en mi mente de la misma forma en la que lo ha hecho en ocasiones una novela de misterio e incluso una novela negra. Como un lector embriagado por la trama necesitaba tener más, conocer más; saber si finalmente los diversos protagonistas salían indemnes de cada uno de los obstáculos que se anteponían a su objetivo común: la libertad. Aunque a diferencia de una historia de ficción, la historia de estos hombres es real y, sobre todo, más dura.
Manuel Cortés es el protagonista principal de nuestra historia y estuvo oculto durante  treinta años en su propia casa, como si fuese un fantasma. Su historia realmente increíble, asombrosa, humana y universal, es única, pero a la vez es el reflejo de la historia de muchos. El encierro de Cortés no es solo un relato singular sobre un preso  político que se mantiene escondido en su propia casa, también trata sobre el miedo y la capacidad de supervivencia humana. La trama va más allá de los propios topos, encontrándonos con padres que sufren por no ver a sus hijos, mujeres capaces de hacer de todo por sacar adelante a su familia y niños que tienen que guardar secretos de mayores para evitar que maten a sus padres. Más allá de la Guerra y la Posguerra, más allá de los vencedores y vencidos, esta historia habla sobre el miedo, la libertad y, sobre todo, la oscuridad y como afectan en la mente y en los corazones de la gente.

Sobre el formato
Siempre me han gustado el cine, la literatura y los cómics de género. Desde el primer momento en el que comencé a dirigir mis proyectos, intenté introducir elementos de todos esos universos artísticos y mezclarlos en el relato, aunque sin olvidar que cada obra debe buscar una entidad propia. Antes de abordar 30 años de oscuridad, que es quizás el proyecto con más carga de animación de los que he dirigido hasta el momento, pensaba en la imagen general que suele tener el público de los cómics, algo que no sucede con el cine y la literatura. Pienso en las novelas gráficas de Will Eisner, en Maus, en Persépolis, en Watchmen, en los cómics de la línea Vértigo... en cómo se pueden contar a través de las viñetas historias mucho más complejas y adultas que abarquen cualquier temática; pero, sobre todo, pienso en lo atractivo que puede ser una historia contada a través de un cómic.
Te surgen muchas preguntas antes de abordar un proyecto, aunque la más constante es: ¿Cómo contar la historia de forma peculiar, diferente, atractiva? Teníamos un guión clásico, con un toque de thriller que aportaba la propia historia real, pero no podíamos olvidar que habíamos decidido realizar un documental. Aún así, necesitábamos una forma atractiva para acercarnos al mayor público posible. Dado el auge del lenguaje del cómic en el panorama audiovisual, viendo las posibilidades técnicas y pensando en un dibujo de corte más figurativo pensé en una opción inusual: tratar la historia de los topos como si se tratase de una novela gráfica. Debía de acercarme a la trama con una técnica de animación no convencional que nos permitiese la navegación por las viñetas, para dar la sensación al espectador de encontrarse dentro de ellas y, lo más importante, dentro de la historia. En definitiva, necesitábamos partir de una forma de contar esta historia con la que el espectador se emocionara y formase parte de la narración.
El por qué contar la historia con esta técnica de animación y por qué hacerlo en formato documental puede tener muchas razones. Yo creo que ambos géneros han parecido siempre hermanos menores, del cine y de la literatura respectivamente, pero han demostrado que son una forma artística de igual calado en los espectadores. Soy consciente de las dudas que pueden surgir cuando el género documental se ve  envuelto por recursos no estrictamente documentales. Sé que esas dudas han surgido en otras ocasiones y posiblemente surgirán con esta historia. ¿Estamos contando una historia real o una historia de ficción? Y si es real, ¿en qué medida se puede justificar el uso de la animación para contarla? Lo cierto es que desde hace mucho tiempo las fronteras entre el documental y la ficción han sido traspasadas por recursos que se han influido recíprocamente, y que en mi opinión han dado lugar a formas distintas, novedosas y apasionantes de acercarnos a las historias reales. Como director también me he planteado estas dudas. Pero al final mi principal intención es la de hacer partícipe al espectador del miedo, la angustia, la desesperación que llevó a los “topos” a renunciar a sus vidas durante tanto tiempo. No se trata simplemente de recordar a estos hombres, sino de implicar al espectador emocionalmente en sus historias. Y la propuesta narrativa que hemos planteado sin duda contribuye a ello.

Breves referencias históricas
Manuel Cortés Quero (1906 - 1991), conocido como “El topo de Mijas” fue el último alcalde republicano del Ayuntamiento de Mijas (Málaga) entre el 3 de marzo de 1936 y el 23 de noviembre de ese mismo año. Con el estallido de la Guerra Civil, huye del municipio, al que regresa de incógnito la noche del 17 de noviembre de 1939, iniciando un largo confinamiento en su propio domicilio que duraría 30 años. Cuando el 28 de marzo de 1969, escucha en su aparato de radio la noticia de que el Gobierno había concedido el perdón para los delitos cometidos desde el 18 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939, toma la decisión de abandonar su encierro. 
El entonces Alcalde de Mijas, Miguel González Berral, le acompañó a la Comandancia de la Guardia Civil de Málaga, donde escuchó del teniente coronel al mando lo que tantos años esperó oir: "es usted libre". 
Su peripecia fue recogida en las obras de Ronald Fraser ("Escondido/In hiding: the life of Manuel Cortés", 1972) y Manu Leguineche y Jesús Torbado ("Los topos", 1977). 





Los topos en la guerra civil española
En España, se llamó “topo” a las personas que vivieron ocultas tras la Guerra Civil para escapar a la represión franquista. El uso del término "topo" para referirse a estas personas procede de la obra de los periodistas Manuel Leguineche y Jesús Torbado «Los topos», publicada en 1977, en la que se narra la historia de 24 de estas personas. El término, sin embargo, no se encuentra recogido con tal significado ni el Diccionario de la Real Academia Española ni el Diccionario de María Moliner. 
Hubo cientos de "topos", los cuales pudieron permanecer ocultos gracias al apoyo de su círculo más cercano. Aunque muchos de ellos abandonaron su escondite en 1969, cuando la dictadura franquista promulgó un decreto por el que prescribían todos los presuntos delitos cometidos antes del fin de la Guerra Civil, algunos permanecieron hasta 38 años escondidos. 
Casos célebres de "topos" que permanecieron ocultos hasta la década de 1960 fueron Manuel Cortés Quero, último alcalde republicano de Mijas (Málaga), que permaneció escondido entre 1937 y 1969,  Eulogio de Vega, alcalde socialista de Rueda (Valladolid), que estuvo oculto hasta 1964 o Protasio Montalvo, alcalde de Cercedilla, que estuvo oculto hasta 1977. 
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LA FITXA
Espanya, 2011.  85 minuts
Direcció: Manuel H. Martín. Guió: Jorge Laplace. Director d'animació: Juanma Suárez. Productor: Olmo Figueredo González-Quevedo. Música: Pablo Cervantes.
Veus: Juan Diego i Ana Fernández
Entrevistats: María de la Peña, Ana María Hidalgo, Ronald Fraser, Jesús Torbado, Encarnación Barranquero, Miguel Ángel Valdivia, Juan Gallo.

PRÒXIMA PEL·LÍCULA
STOPPED ON TRACK / Alemanya, 2011
Andreas Dresen

Compte la història d’una família que s’enfronta a una gran pèrdua. Un metge diagnostica Frank, de 40 anys i pare de família, un càncer incurable. Frank i Simone tenen dos fills. Formen una família normal, una parella sòlida. Amb la notícia, tots els plans es trunquen: els projectes de treball, la casa on acaben de mudar-se, somnis de viatge, la música. Però la vida segueix i cada un tracta de buscar la manera de suportar aquesta nova realitat en el seu treball, a l’escola o a casa. És una radiografia hiperrealista del procés d'una malaltia terminal.









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