Sin retorno





9 Octubre

DEL REMORDIMENT I LA VENJANÇA
Les nostres vides pengen d’un fil. Per molt que ens aferrem al control, a l’estabilitat, a la seguretat que ens ofereixen certs detalls del nostre entorn, tot es pot anar a pic per un colp del destí, per l’atzar, per un parell de segons dalt o baix. Sin retorno, debut en el llarg de l’argentí Miguel Cohan, ens ho recorda amb un potent thriller dramàtic, guanyador de l’Espiga d’Or en la Seminci de Valladolid, que s’ocupa de tots els angles d’un succés criminal no intencionat: del botxí, de la víctima, dels danys col·laterals, ja tinguen a veure amb la família o simplement amb les maleïdes casualitats, de la justícia, dels mitjans de comunicació, de l’opinió pública, eixe subterfugi que amaga moltes vegades la plebs amb gangrena.
Fins ara ajudant de direcció de Marcelo Piñeyro (se li nota, la seua pel·lícula entronca amb l’univers de l’excel·lent Cenizas del paraíso), Cohan s’ocupa, en una psicològica primera meitat, de la tensió produïda per la pitjor de les presons, la del remordiment, mentrestant, en la segona, narra amb pas ferm els foscos amagatalls que pot amagar la venjança. En ambdós, amb una magnífica utilització de les el·lipsis (Kempes, un dels personatges, se sustenta en una d’elles), bones interpretacions i, sobretot, amb la certesa que, per molt que la mala sort puga aguaitar, és el ser humà el que pot seguir cagant-la a cada pas. "El destí és el que baralla les cartes, però som nosaltres els que juguem". Shakespeare, eixe savi.
Javier Ocaña (EL PAÍS, 18 de febrer de 2011)

Arran de l’estrena de La Mosquitera, el seu propi director, Agustí Vila, qualificava el film com una història sobre la impossibilitat de la tragèdia, una afortunada definició que també admet l’opera prima de Miguel Cohan. Amb el temor que es posen en evidència les seues disfuncions internes, la família del culpable evita aquesta tragèdia i comença a mentir. I la mentida creix, s’expandeix, salta d’un lloc a un altre i s’adopta, fins i tot, com un model de vida.
Revolejant al voltant d'una cos tan abstracta, però implacable i letal, com és la mentida, Cohan i el seu coguionista han muntat una espessa trama, entre el drama i el thriller, que a poc a poc esguita la justícia, una altra família (la de Federico Luppi) i quasi quasi tota una nació, l’argentina, que té el trist rècord mundial d’accidents de trànsit. Però, vista la pel·lícula, això del doble accident de tràfic és el pretext, perquè el que importa és un hàbil guió, un ritme incessant i, per descomptat, uns actors que ofereixen una enèsima mostra del seu talent. Molt justa, l’Espiga d’Or de Valladolid a un film d’autor... per a tots els públics.
Pere Vall (http://www.fotogramas.es/Peliculas/Sin-retorno2/Critica)
VIVIR Y MORIR EN BUENOS AIRES
La visión de esta opera prima del director y coguionista Miguel Cohan me dejó una sensación contradictoria: por un lado, apuesta por un tipo de cine que no me interesa demasiado y que a esta altura ya me tiene un poco cansado (esas fábulas morales "de guión" con una estructura coral con encadenamientos y entrecruzamientos hiperdiseñados en la línea de, digamos, el Robert Altman de Shortcuts o el Paul Haggis de Crash). Al mismo tiempo, no puedo dejar de reconocer que -dentro del panorama nacional, tan afecto a los excesos discursivos, los subrayados bajalínea- el film se sostiene con dignidad, profesionalismo y termina siendo bastante convincente en su propuesta.
Tras los acordes y la voz del Flaco Spinetta en Post-crucifixión, el clásico de Pescado Rabioso, arranca la descripción de los personajes (que van desde adolescentes a veteranos, de distintos orígenes y clases sociales), que -producto del azar y el destino- se irán cruzando en una noche de furia con accidentes callejeros y cuyas existencias se irán complicando cada vez más a partir de ocultamientos familiares, presiones mediáticas e investigaciones judiciales chapuceras en un derrotero con un efecto bola de nieve irrefrenable.
La película se propone (y por momentos consigue su objetivo) como una mirada despiadada al estado de las cosas en una sociedad argentina marcada por la hipocresía, la doble moral, el cinismo, el miedo, la corrupción, la inseguridad, el individualismo (la falta de solidaridad) y la falta de garantías republicanas (que genera un inevitable deseo de venganza y "ojo por ojo").
Hay en el film algo de la impronta hitchcockiana (el peso de cargar con la culpa, el tipo común, inocente, obligado por las circunstancias a sumergirse en situaciones extremas) y, por qué no, algo del cine de Adolfo Aristarain. Lo dicho: Sin retorno es un film de indudable solvencia técnica, formal e interpretativa (igual hay algunos desniveles entre los actores) y una buena carta de presentación de Cohan. Para mí, se trata de un cine quizás demasiado calculado y recargado (de "mensaje", de moraleja sobre la descomposición del tejido social), pero no deja de ser un más que interesante producto dentro de una vertiente industrial que necesitaría cada año de muchos exponentes sólidos como éste.
Diego Batlle (http://www.otroscines.com)

NI BLANCO NI NEGRO
Un caso policial puede dispararse hacia cualquier lado, cambiando la vida de todos los implicados en él. Pero no sólo los responsables directos, sino la de todos aquellos que, por circunstancias del destino, aparecen mezclados en él. Y la tesis expuesta en Sin retorno -en el título, sin ir más lejos- es que de esas situaciones no se vuelve. Al menos, no como se entró.
Durante su primera hora, Sin retorno es un policial menor, no mucho más complejo ni desarrollado que un capítulo de alguna serie estadounidense tipo La ley y el orden, ni tampoco mucho más cinematográfico en su tratamiento. Sólido y bien actuado, pero rutinario y metódico, casi programático.
Pero las cosas mejoran, y bastante, en su última media hora, aunque contar qué es lo que sucede allí sería revelar demasiado. Digamos que las cartas cambian de mano, que la tensión y el peligro son mayores, y que los dilemas morales no se enuncian sino que se ponen en juego en cuestiones de vida o muerte. Y que los personajes, especialmente el Federico de Sbaraglia (su transformación de timorato humorista a potencial vengador es sorprendente), crecen y se vuelven más ricos y complejos.
Lo interesante, además, de Sin retorno, es observar las consecuencias de un caso policial que puede ser sólo un accidente (¿no será, finalmente, el hijo del personaje de Luppi el que causó todo el caos posterior?), pero que termina generando infinidad de versiones.
“Cada uno tiene sus razones”, decía Jean Renoir y a esa máxima le hace honor Cohan: llevados por las circunstancias, todos toman decisiones moralmente cuestionables pero, a la vez, entendibles desde la confusión y/o la debilidad. Y la película no busca culpables en los protagonistas. Llegado el caso, la culpabilidad podría recaer en una sociedad que pretende que las cosas sean siempre claras, de manual, blancas o negras. Y no es así: el gris es el más común de los colores.
Diego Lerer (http://www.clarin.com/espectaculos/cine/blanco-negro_0_344965654.html)

LA FITXA
Argentina – Espanya, 2010. 105 minuts
Direcció: Miguel Cohan. Guió: Miguel Cohan i Ana Cohan. Fotografia: Hugo Colace. Música: Lucio Godoy. Producció: Vanessa Ragone, Gerardo Herrero i Mariela Besuievsky.
Intèrprets: Leonardo Sbaraglia, Martín Slipak, Bárbara Goenaga, Luis Machín, Ana Celentano, Arturo Goetz, Agustín Vásquez i Federico Luppi.

PRÒXIMA PEL·LÍCULA
LA MOSQUITERA / Espanya, 2010
Agustí Vila

Una família acomodada, inequívocament urbana, viu atrapada en el xicotet món que ha construït a la seua mesura. Cada un dels seus membres lluita a soles per a salvar allò que el justificaria: una anciana malalta d'Alzheimer que parla a través del seu marit; una parella en crisi; un fill adolescent que es refugia en el seu silenci...






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